Redondo

Comienzo lentamente a dejar atrás la práctica profesional. Esa que al comienzo se miraba con temor y mientras avanzaba la carrera cada día se iba conviertiendo en más cacho.

Antes de cualquier frase cliché, prefiero pensar que mis futuros ex- compañeros se han llevado un buen recuerdo de mí. Yo ciertamente me los llevo de ellos. Aprendí mucho, de unos más que otros, común en cualquier instancia.

Momentos gratos suman mucho más que los ingratos. Por mala o buena suerte, el tiempo dirá, estuve gran parte del tiempo al lado de los mismos. Conocí a un Nacho gracioso y centrado, capaz de hueviar a 30 segundos de entrar al aire, pero transcurrido ese tiempo es tan profesional como el más serio de los presentadores. Acompañé a un Roberto que tras su impronta rockera da paso fácilmente a un tipo amistoso. Ayudé a un Víctor cariñoso, que me enseñó mucho de lo que aprendí en estos 75 días. Escuché a un Renato profesional y eficiente, que a pesar de su edad lleva consigo gran parte del peso audiovisual del área que me acogió. Mil veces escuché un "Renato, por qué tal cosa", "Chico, cómo hago tal otra", "Renatito, esto cómo es".

Suma y sigue. El hueveo constante de un viejo Gonzalo, la compuesta seriedad de un Gustavo, la aplicación de un Verita o las particularidades de Gordito. Un Flaco que está en todas, un Aldo siempre irreverente, la ya conocida explosión en una y la reflexión en la siguiente de un Toño o el saber enciclopédico de Mágico.

Así con todos los no mencionados. Los que están son muchísimo más que el adjetivo que los acompaña.

El 30 de este mes es el último día de un periodo agotador pero fructífero. A pesar de sentirme muchas veces sin las herramientas necesarias como para ser un mayor aporte, espero que el recuerdo de los próximamente ex compañeros sea más dulce que amargo.

Sería un excelente final para un tiempo cargado de alegría.

Saludos

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