sábado, abril 15, 2006

El Cañañin

Hoy lo vi raudo por Príncipe de Gales y no pude dejar de emocionarme. Un escarabajo celeste, de idéntico color que el que tenía cuando comencé a manejar.
Un genuino Volkswagen alemán, del año 70 y tantos, puesto que nunca supimos muy bien su fecha de fabricación. Unos decían el 71, otros el 75.. que más da.
Por lejos, el auto que más he querido. Hubo otros muchísimo más económicos, como el Kia; otros mucho más fáciles de manejar, como el Corsa actual. Los hubo más elegantes, como los Mazda de mi madre, o más potentes y con estilo, como la S-10 de mi papá. También el Samurai, que corre segundo en la lista de afectos, pero queda relegado por el "Escara".
No hubo historia que no haya pasado en el "Celeste como el cielo". Desde meter 4 tipos sentados en el asiento trasero hasta casi darnos vuelta por culpa de un incendio. Frenos malos como ellos solos más el motor reacondicionado lo hicieron cuasi auto de carrera.
Nunca pudimos meter la reversa sin que se soltara. También fueron conocidas sus pestañas en las luces, o los mil chiches que le puso mi papá para enchularlo.
En realidad fue el primer prototipo de enchulamiento.
Múltiples instrumentos, cromados por doquier, palanca de cambio de carrera, motor reacondicionado, más varios detallitos, como un cubre bujías amarillo, le fueron dando todo lo especial que llegó a ser.
Objetivamente es el auto más incómodo que hemos tenido. Tenía la dirección demasiado pesada, gastaba como si fuera auto de competencia, no se podía sentar nadie atrás sin que sus piernas quedaran sin irrigación, aullaba como condenado, por lo que era casi imposible mantener una conversación, más el frío que se le colaba por los múltiples orificios, hacía que necesariamente nos tuvieramos que abrigar para andar en él.
Pero no importa.
El "Evaristo" es el "cañaño". Los demás son todos autos.

2 comentarios:

mix dijo...

menos mal actualizaste...

en lo que a mi respecta, tú escarabajo volador es a mi chanchita regalona, que pronto volverá a las pistas.

Jaime Andrés Gallo Calderón dijo...

Me emocionó hasta lo más profundo de mis pistones.

Hizo que saltaran a mi memoria el Peugeot Blanco 404 familiar, el primer auto que tuvimos, donde mi misión en ese entonces era que "la guagua" mi hermana en pañales, no se cayera mientras mi viejo lolo de 30 años iba raudo por la Gran Avenida de 1986