Ojalá les guste
Un beso y disculpas por la poca actualización.. Sé que han pasado cosas para contar, pero el ánimo y el tiempo me ha faltado.
Saludos
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Estamos disfrutando las últimas horas de nuestro cuartel actual. El domingo, a la voz de “de frente, MAR”, la Compañía dejará por siempre la esquina histórica en la cual se cobijó.
Fueron casi 40 años. Toda la vida de la Decimoctava. El tiempo durante el cual todos juntos, a su tiempo, hemos construido el camino que hoy nos tiene en la antesala de un paso trascendental.
Con nostalgia y cariño repasamos cada anécdota de las que fuimos partícipes dentro de nuestra casa. Historias que amenizaron tantas noches de asados, de convivencia fraterna, de tardes familiares.
Los viejos contando sobre las frías noches en el cuartel de latón, y los no tan viejos retrucando las noches con la guardia inundada por las lluvias mientras se construía el segundo piso. Los peloteros recordando los suelos de la cancha multiuso, que quizás cuántos partidos nos permitió compartir.
Rincones con historia, con nuestra historia, corta pero intensa, que se sigue escribiendo a tranco firme y que a partir de este 18 contará con un nuevo hito en su camino.
Nuestro cuartel es un claro ejemplo de nuestra forma de ser. Una casa grande, acogedora y tan hogareña que siempre fue un espacio abierto a la familia. Un lugar que muchas veces, producto del tamaño del grupo, se nos hizo estrecho e incómodo para albergar a todos sus integrantes, pero el cariño que nos convocaba superaba tales inconvenientes.
Es que la Dieciocho es Compañía pero también es familia. Esa característica la lleva en su esencia, es rasgo fundacional desde la entonces Brigada Nº 3. En un comienzo fueron los Cornejo y los Lorca, después los Uribe, ahora se suman los Roblero y los Jiménez, mañana quizás cuántas más…
Antes de ser bombero nada me unía a la Decimoctava. No tenía amigo ni conocido que fuera o hubiera sido miembro de sus filas. El vago recuerdo del trayecto en el transporte escolar era mi única certeza de que ahí existía una Compañía.
Pero decidí entrar a la Casa Grande, y a medida en que comenzaba a formar parte de la Decimoctava, también iba ganando familia.
Hoy ese cuartel va llegando demasiado rápido a sus últimos días. El Colegio y la Torre ya no serán más puntos de referencia. No seremos “la Bomba de la multicancha” ni tampoco “la de la antena de celulares”. Los timbres del colegio ya no se confundirán con nuestros timbres que llaman a cumplir con nuestra misión. Nuestra sala de máquinas dejará de ser recuerdo vivo de nuestros inicios. El 1318 de San Félix dará paso al 1218, esta vez de Gerónimo de Alderete.
Sin embargo, el nuevo cuartel también tiene parte de nuestra esencia, de esa forma de ser que nos imprimieron desde un comienzo nuestros fundadores.
Ese ímpetu por avanzar, por querer ser más, por lograr metas ambiciosas, por conseguir llevar adelante proyectos de gran complejidad y no conformarse nunca con lo ya conseguido.
Esa necesidad de construir a diario una 18 más grande, el buscar la forma de ayudar de mejor manera a la comunidad, el soñar con lo más alto, mientras entre todos construimos la forma de llegar donde soñamos.
Es cierto que hoy esa enorme mole de cemento y vidrio nos asusta y choca contra nuestra imagen de cuartel-casa. La espectacularidad nos seduce, pero a su vez nos provoca no sentirlo tan propio. Dista mucho de nuestro hogar anterior, no apreciamos el ambiente familiar al que estamos acostumbrados, en el cual nos criamos y crecimos todos los que formamos parte de la 18.
Pero ese es también nuestro próximo desafío. Es deber nuestro habitar y hacer propio cada espacio y cada rincón del nuevo edificio. Somos nosotros los que tenemos que cargarlo con la familiaridad que nos caracteriza. Cada uno de nosotros tiene la obligación de traspasar nuestra personalidad como Compañía a los nuevos espacios que forman nuestro nuevo hogar.
La Dieciocho no es un bien tangible. No es ni un cuartel ni una bomba, ni tampoco la suma de todos los materiales que tenemos.
La Decimoctava somos nosotros, hombres y mujeres, padres, hijos, tíos, primos y amigos que desde nuestros corazones buscamos escribir un 18 más grande.
Hubo un tiempo en que nada de lo que hoy tenemos nos pertenecía y aún así la Decimoctava seguía fiel a su esencia…
Esa esencia la traspasaron nuestros fundadores al cuartel de latón y después al cuartel antiguo. Hoy está en cada uno de nosotros el hacer lo mismo con el cuartel nuevo.
Cristóbal Monardes S.
Voluntario Activo
2 comentarios:
Weeena, suerte con el cambio tan esperado...
sus vecinos van a estar super contentos a las 4 am, hahaha
habrá que conocer la nueva casa no? algun cumple de tato o de monín, su fiesta de año nuevo... la vida
saludos perrín
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