... y de pronto, el ánimo nos cambió. Perdidos en medio de las callejuelas, estrechas como pocas, intentábamos ubicar la Catedral, uno de los edificios más imponentes de Sevilla. Era ya de noche, habíamos recorrido más de 400 kilómetros para llegar a la ciudad andaluza más grande, caminamos bajo una lluvia que nos pilló sin posibilidad de guarecernos y aún así reíamos tratando de interpretar un plano y poder dar con nuestro objetivo.
Ahí estábamos la Claudia, el Felipe y Yo, cada cual pensando una dirección distinta. Así comprendimos que inconscientemente habíamos experimentado la primera actividad al llegar a Sevilla: el perderse entre sus calles, sus pasajes que se entremezclan formando un laberinto, adornado por múltiples cafés y bares, donde se respira y se vive coloquialmente.
Así se conoce Sevilla, entregándose a sus recodos, olvidando el sentido del espacio, compartiendo el tiempo y caminando.
Así también nos dimos cuenta que estábamos en otra España. La alegre, la amistosa, la cordial. La que saluda y se despide con una sonrisa, la que te explica lo que no sabes, la que se te mete en la piel.
Hasta entonces, sólo habíamos sido tratados con desgano y prepotencia.
En Sevilla, y después de ella, nos extasiamos, nos maravillamos, quedamos atónitos ante la España árabe, más árabe que lo que todos pensábamos, admirando una comunión de culturas, de idiomas y religiones que hoy parecen inconcebibles, en un mundo que nos enseña la dualidad.
Algunos me han preguntado sobre qué es lo que me gustó más. La verdad, no hay mayor riqueza que la experiencia del conocer, de viajar e interactuar con sociedades distintas. Sevilla, Granada, Marbella o Córdova, nos abrieron una forma de vida distinta, a través de sus atractivos nos fueron entregando dosis de tolerancia, enseñándonos su riqueza cultural de la que conocemos sólo lo básico.
Al-Andalus también fue un punto de encuentro con mi hermana y mi cuñado, personas que hicieron de mis vacaciones una experiencia inolvidable. El compartir un viaje con ambos, la buena onda y la complementariedad del pequeño grupo fue exquisito. Desde estas humildes líneas vayan para ellos mis sinceros agradecimientos.
Por todo lo anterior, Andaluciné.
2 comentarios:
Si, alucinante parece su viaje señor, bueno que más se puede esperar de España...
besos
**ANGE**
ole!
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