Diluvio catódico

1 de la mañana del Lunes 29 de agosto. Desde el Viernes a media tarde que la lluvia no para de caer. Todas las autoridades nos refriegan que en 48 horas llovió lo que llueve en un tercio del año, que los puntos conflictivos han disminuido, que ya no todos los pasos bajo nivel se anegan, que la ciudad ha soportado el frente de mal tiempo.
Fernando Villegas, en Tolerancia Cero, se explaya diciendo que todo lo que se aprecia en TV se le asemeja a los temporales de la década de los '80, con salida del Mapocho incluida. Que las imágenes son las mismas, que los involucrados son los mismos, que los afectados se repiten, que los periodistas héroes con el agua hasta la cintura se suceden en vivo desde el mejor río que antes era calle, o en la posa de barro que horas atrás era plaza. Que la culpa son de las constructoras que edifican en lugares prohibidos, que los políticos y autoridades comunales son irresponsables por cambiar el plano regulador año tras año, permitiendo que en lugar de un río hoy hayan casas, niños jugando o una avenida.
A media tarde del sábado me llama un excelente amigo que por razones de trabajo se encontraba en Puerto Varas. "Cómo estay, cómo estay con las lluvias, no te ha pasado nada?". Preocupado por mi ignorancia (estaba durmiendo) enciendo el televisor y me encuentro con que "Príncipe de Gales se encuentra absolutamente anegada, es un río intrasitrable". Ahí entendí que mi buen amigo, sabiendo que vivo a una cuadra de la mencionada arteria, me llamara con tanta preocupación.
A Villegas le encuentro razón en una cosa y no en otra. Creo que se equivoca al decir que todo es lo mismo. Hoy los móviles no se encontraban en Alto Jahuel, dónde las casas años atrás se inundaban siempre. No vimos a los vecinos de Pudahuel con el agua hasta el cuello, tampoco vimos los típicos pasos bajo nivel con más de 3 metros de agua, con una micro metida en el centro y con el agua hasta el techo.
No los vimos no porque los medios no hallan informado del hecho, sino que en parte, porque ya no son ellos los afectados, y en parte porque los afectados de este frente son otros, gente con mayor poder de influencia en nuestra sociedad.
Que se anegue Príncipe de Gales con Salvador Izquierdo no es lo mismo que quede intransitable Av. La Feria. Que se inunde un Liceo que lleva por nombre letras y número no importa tanto como que el Saint John's no pueda hacer clases porque los bancos están flotando en las salas.
Puede sonar muy clasista y sí, lo es. Claro que estoy en contra de ello, pero televisivamente es un hecho de la causa. Mal que mal, no es noticia que Alto Jahuel hoy duerma seco y un poco más en paz (puede seguir sintiendo el miedo de que se inunden, porque por culpa de las constructoras y los políticos construyeron sus casas en una zona que naturalmente se inunda). Da lo mismo que los pasos bajo nivel se encuentren más o menos transitables. Ello no es noticia.
Es noticia que en La Reina un centenar de vecinos se encuentre con el agua hasta los tobillos dentro de su casa, que la principal avenida hoy pueda ser usable sólo con bote inflable, o que en Lo Barnechea se caigan casas por el socavamiento que el río hizo del terreno.
Y es que así es la televisión. Ya nadie es tan iluso, o nadie debiera seguir siéndolo, como para pensar que la televisión es realidad. Quién fue el cínico que dijo eso?
La televisión es un show de realidad. La cámara en un lado, el periodista con botas de agua, mojado hasta las rodillas, una decena de gente paleando, un par de máquinas, una micro en medio y la imagen está lista. El caos por la lluvia. todos en casa, asustados por lo que viene, sintonizando los especiales de prensa producto de los temporales. Audiencia para los canales, mejores auspiciadores, más plata para sus arcas y la industria mediática contenta. La gente se refugia en sus casas, va al supermercado a comprar alimentos por si acaso (aunque no lo crean), aumentan las ventas y todos felices.
El show de la lluvia estuvo increíble. No niego que llovió mucho y con una intensidad que hace tiempo no veía. Pero a una cuadra mía Príncipe de Gales estaba igual que como cuando llueve media hora. Me pasié por Santiago y salvo las típicas pozas, nada muy del otro mundo. Sí se anegó el paso bajo nivel de Kennedy con Vespucio, que misteriosamente pasó desapercibido. Quizás las platas involucradas en tamaño negocio pudieron más que el deleite catódico.