miércoles, junio 14, 2006

Etiqueta roja

Te sientas al lado mío con desdén. Voy leyendo un artículo de etiqueta negra y lo único que veo es la manga azul de tu parka.
La curiosidad me hace levantar la cabeza y mirar de reojo tu perfil melancólico. Pronto sólo hago como que leo mientras hago lo posible para disfrutar de tu presencia, aunque sea silente y lejana.
Te suena el celular y atiendes. Dices que estás más o menos y eso me perturba. Que te has juntado con tu madre y que ha sido lindo pero que al final tuvo que irse. Que estás más o menos porque todo lo que hablaron el jueves ya se ha vuelto en vano. Que no quieres pasar una semana de una relación perfecta para luego caer nuevamente en un tormento.

Etiqueta negra ya es pasado. Escucho y pienso.

La conversación se vuelve monótona y lascerante. Tu voz ya no fluye, sale a borbotones. El tono se va apagando, ahogándose en la pena, cayendo en la agonía.
Cortas, respiras hondo y tras instantes guardas el celular.

No he logrado enterarme del final de la conversación. Sin embargo ya oigo las consecuencias.
Un gemido tímido, queriendo pasar desapercibido. Un llanto ahogado, aprisionado en la compostura y en la vergüenza que impone el lugar público. Unas cuantas lágrimas desenfadadas y un rápido y sutil secado.
No quieres que se enteren de que estás llorando.

Reviso mis postales y elijo la más bonita entre las que quedan. Alzo la frente y te la ofrezco, haciendo un gesto de compasión e inexplicable compañía. "Un regalito", es lo que alcanzo a decir. La timidez y el ser tartamudo siempre son un gran enemigo.

Te descoloco. Sigues con pena pero ahora también con curiosidad. ¿Por qué?, es lo primero que te apuras a preguntar.
"Porque una de las pocas cosas machistas que tengo es que no aguanto ver a una mujer llorar", te respondo.
Por primera vez aprecio tu cara completamente. Tienes facciones muy bellas.
En un silencio absorto miras la postal. Más bien fijas tu vista en ella mientras tratas de construir una respuesta. Ahora soy yo el que no sé qué decir.
Y qué otra cosa tienes de machista?, preguntas con sonrisa tímida y coqueta.
"Que si salimos soy yo el que siempre tengo que pagar la cuenta". También me visto con sonrisa nerviosa.

Te muerdes suevamente los labios. Izas el cuello y miras al frente. Respiras hondo y me besas la mejilla. "Me tengo que bajar. Gracias por el regalo. Para otra vez será. Chao"

Te paras al instante y cuando reacciono ya no estás. Ha sido el momento más estelar que en una micro he podido pasar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no hay nada peor que no poder agunatar las ganas de llorar en un lugar público... pero pareciera que las micros incitaran a la gente aún mas a llorar. ¿será el movimiento?, ¿los frenazos? ¿la gente enicma tuyo? ¿las imagenes que se ven de la ventana hacia afuera?, quizás qué será...pero he visto a varias personas (parte de mi jijij)
saludos.
Peñaloza