Matilde

Bajo y las puertas recién se abren. Apuro el paso de forma involuntaria.
Nada me apura y sin embargo inconscientemente me esfuerzo por subir a ese carro de ese tren.
Llego justo y las puertas se cierran tras de mí.
Con la impavidez de siempre recorro el vagón sin fijarme en nada, típica actitud del pasajero solitario, inmerso en un mundo que lo que le rodea le es ajeno.
Nada fuera de lo común a la derecha ni al centro.. hasta que a la izquierda dos ojos detienen mi rastreo.
Es Matilde. Me doy cuenta y ella también.
Nervioso termino el paneo visual y vuelvo mi cabeza al centro, con vista puesta en un punto perdido. Los ojos, no obstante, saben de lo que me pierdo y sin mediar orden alguna vuelven a Matilde de tanto en tanto.
Cruces de miradas, vistas de reojo, actitudes de seudo displicencia. Ella se volvea y queda frente a mí. Nervioso miro al frente. Ella mira a la amiga. De tanto en tanto nos topamos de vista....
Hasta que llega Salvador.
Se abren las puertas y yo bajo... El pitido de las puertas comienza a sonar mientras camino sin prisa hacia la salida del andén. El Metro emprende su rumbo, Matilde pasa y nuestras miradas se cruzan por última vez, ahora perdidas entre las ventanas..
Se me escapa ... Mientras, en mi walkman suena "Si tu me miras"