Hoy, 6 de septiembre, la Decimoctava ya cumple 38 años y ya hace más de un lustro que mi futuro va tomado de la mano con el de ella.
Este tiempo ha pasado demasiado rápido. Es que he tenido que conocer mucho, deslumbrándome, emocionándome, riéndome, apenándome.
La 18, es cierto, pide mucho. Los amigos te regañan y la familia te mira con recelo. El poco tiempo que queda no los sacia. Nosotros, en cambio, con el corazón dolido y la consciencia tocada, seguimos. Sabemos que no podemos dar el paso al costado.
Para algunos somos héroes. Para otros pirómanos o locos. De alabanzas a garabatos pasamos en un instante. Aplauden nuestro paso o piedra en mano desafían nuestra tarea.
No gozamos de un incendio. Lo hacemos por un buen servicio. No disfrutamos de un rescate. Dormimos tranquilos cuando sabemos que hemos cumplido. La gente no sabe que son innumerables las ocasiones en que, afligidos por la magnitud del accidente, seguimos las noticias del paciente de forma anónima. Llamamos a la clínica sólo con la esperanza de escuchar "fuera de peligro". Recién ahí hay una satisfacción por la labor hecha.
En el verano de este año, producto de la grave enfermedad de uno de los nuestros, me tocó escribir el artículo para la página web sobre un campeonato de Baby fútbol a beneficio de nuestro amigo Felipe. No existía premio alguno, mas muchos llegaron a la cita. El apoyo y el cariño incluso de desconocidos nos dejó atónitos. Sólo un par de llamados y los espaldarazos se sucedieron desde lugares lejanos. La condición de bombero era lo único que nos unía. Unos acá, otros quizás dónde, laburamos por el mismo ideal: servir.Este tiempo ha pasado demasiado rápido. Es que he tenido que conocer mucho, deslumbrándome, emocionándome, riéndome, apenándome.
La 18, es cierto, pide mucho. Los amigos te regañan y la familia te mira con recelo. El poco tiempo que queda no los sacia. Nosotros, en cambio, con el corazón dolido y la consciencia tocada, seguimos. Sabemos que no podemos dar el paso al costado.
Para algunos somos héroes. Para otros pirómanos o locos. De alabanzas a garabatos pasamos en un instante. Aplauden nuestro paso o piedra en mano desafían nuestra tarea.
No gozamos de un incendio. Lo hacemos por un buen servicio. No disfrutamos de un rescate. Dormimos tranquilos cuando sabemos que hemos cumplido. La gente no sabe que son innumerables las ocasiones en que, afligidos por la magnitud del accidente, seguimos las noticias del paciente de forma anónima. Llamamos a la clínica sólo con la esperanza de escuchar "fuera de peligro". Recién ahí hay una satisfacción por la labor hecha.
Quizás sea este el mejor pago que tenemos nosotros los bomberos. El saber que ante la desgracia o la necesidad, existirán varias manos fraternas que acudirán a nuestro auxilio.
38 años antes, un grupo de jóvenes comenzaba una aventura de amigos de barrio. Pudo ser otra más de las tantas actividades que, bajo la amistad, se organizan para capear el ocio. Hoy quedan 6 de aquellos otrora jóvenes. Los acompañamos 99 personas más. Compartiendo una comida, trabajando a la par, regalando un consejo o tan sólo una amena conversación, transpiran el orgullo y el asombro de ver que la realidad es más que lo que soñaron en un comienzo, en esas reuniones en la cuneta, en las salas de la escuelita, o en el viejo y frío cuartel de lata.
Por los de antes, por los que nos acompañan, y principalmente por los que confían en nosotros, siempre seguiremos diciendo presente.
Queridos Dieciochinos, hoy es nuestro día. Disfrutemos.
2 comentarios:
"Bombero, chico bueno"
Puta, un orgullo y sana envidia, de que podai encontrar la acción social, de la mano con la pasión que todos los que te conocemos, sabemos que le tenís a la actividad de apagar incendios.
Un gran saludo para todos tus compañeros de Bomba, para el asado que se viene y por años más de festejos y servicios.
Quien sabe si tú terminai siendo uno de esos seis de la gloria.
eso.
Pu*a que me caen bien los bomberos!! Por qué sera??
Muchas challas y serpentinas!!!
Y -oh es q tengo que decirlo- Feliz 18!!!!
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